lunes, 29 de junio de 2009

Teatro Isabelino


Cuando Shakespeare se inició en la actividad teatral, ésta se encontraba sufriendo los cambios propios de una época de transición. En sus orígenes, el teatro en Inglaterra era un espectáculo de tipo popular, asociado a otras diversiones extendidas en la época como el bear baiting (pelea de un oso encadenado contra perros rabiosos). Sus raíces se encuentran en la etapa tardomedieval, en una triple tradición dramática: los "milagros " o "misterios" (mystery plays), de temática religiosa y destinados a solemnizar las festividades de los diferentes gremios; las "obras morales" (morality plays), de carácter alegórico y representadas ya por actores profesionales: y los "interludios" cortesanos, piezas destinadas al entretenimiento de la nobleza.
Los nobles más destacados patrocinaban grupos de actores que llevaban sus nombres. Así surgieron, en la época isabelina, compañías como The Hundson Men (luego
Lord Chamberlain's Men), The Admiral's Men, y The Queen's Men, entre las más relevantes. En ciertas ocasiones, estas compañías teatrales realizaban sus representaciones en el palacio de sus protectores aristocráticos. The King's Men, por ejemplo, después del apadrinamiento de la compañía por el rey Jacobo I, actuaban en la corte una vez al mes.Contar con el respaldo de un mecenas era fundamental para asegurar el éxito de la obra en el futuro.
Las obras se representaban al principio en los patios interiores de las posadas. Todavía en época de Shakespeare algunos de estos lugares continuaban acogiendo representaciones teatrales. Sin embargo, no resultaban muy adecuados para las representaciones, ya que a veces la actividad de la posada llegaba a dificultar las representaciones. Además contaban con la oposición de las autoridades, preocupados por los desórdenes y reyertas que allí se originaban, así como por las "malvadas prácticas de incontinencia" que allí tenían lugar. Estaba también en contra el factor de la higiene: la peste era muy frecuente y las reuniones multitudinarias no fomentaban precisamente la salud.
Por esos motivos fue surgiendo paulatinamente una legislación que regulaba la actividad teatral, y se fue haciendo más difícil conseguir licencias para realizar representaciones en las posadas. Esto propició la construcción de teatros fijos, más salubres, en las afueras de la ciudad, y la consolidación y profesionalización de la carrera de actor. El primer teatro, denominado simplemente
The Theatre, se construyó en 1576. Más adelante se construyeron otros: The Curtain, The Rose, The Swan y The Globe. Este último, construido en 1599 y ubicado, como el resto, fuera de la ciudad, para evitar problemas con el Ayuntamiento de Londres, era el más famoso de todos, y fue el preferido de la compañía de la que formó parte William Shakespeare.
Todos estos teatros fueron construidos siguiendo el modelo de los patios de las posadas. Ninguno se conserva en su estado primitivo, pero existe la posibilidad de conocer con cierta aproximación su forma, gracias a algunas referencias de la época. Eran recintos de forma
hexagonal u octogonal (hay excepciones) con un escenario medianamente cubierto que se internaba un poco hacia el centro de un arenal al aire libre circundado por dos o tres pisos de galerías. La plataforma constaba de dos niveles, uno a poco más de un metro respecto a la arena, techado y sujeto por columnas, y otro un poco más alto con un tejado en el que se ocultaba el aparato necesario para manejar la tramoya y maniobrar la puesta en escena. Podía llevar una bandera e incluso simular una torre.
Estos teatros tenían un aforo muy respetable. Se ha calculado, por ejemplo, que The Globe podía acoger a alrededor de 2.000 espectadores.
En un principio, la condición social de los cómicos, en especial de la de los más humildes, no se distinguía fácilmente de la de un vagabundo o un mendigo. Con el tiempo, sin embargo, gracias a la apertura de los nuevos teatros, los actores de época isabelina fueron alcanzando mayor consideración social.
La rudimentaria escenografía hacía al intérprete cargar con la responsabilidad mayor de la obra, por lo cual su técnica tendía a la sobreinterpretación en lenguaje, gesticulación y llamativa vestimenta. Como las mujeres tenían prohibido subir al escenario, los papeles femeninos se encomendaban a niños o adolescentes, lo cual se prestaba al juego cómico de la ambigüedad erótica. La palabra era muy importante, y el hecho de que el escenario se adelantara algo en el patio acotaba ese lugar para frecuentes monólogos. La ausencia de fondos pintados hacía frecuente que el actor invocase la imaginación del público y el escritor recurriera a la
hipotiposis. El público era abigarrado y heterogéneo, y en consecuencia se mezclaban desde las alusiones groseras y los chistes procaces y chocarreros a la más culta y refinada galantería amorosa y la más retorcida pedantería eufuista.
La audiencia acudía al teatro pagando un precio variable según la comodidad del puesto ofrecido. La entrada más barata exigía estar a pie y expuesto a los cambios meteorológicos; las menos asequibles favorecían a la nobleza y a la gente pudiente, que podía tomar asiento a cubierto y a salvo del sol.
El oficio de autor dramático no estaba bien remunerado y todos los derechos sobre las obras pasaban a poder de las empresas que las representaban; por ello las obras sufrían con frecuencia múltiples refundiciones y adaptaciones por parte de varias plumas, no siempre diestras ni respetuosas, por no hablar de los cortes que sufrían a merced del capricho de los actores. El nombre del autor sólo se mencionaba (y frecuentemente con inexactitud) dos o tres años más tarde. Los escritores no disfrutaban, pues, del fruto de su trabajo, a menos que poseyeran acciones en la compañía, como era el caso de Shakespeare y otros dramaturgos que trabajaban conjuntamente y se repartían las ganancias.
Una de las características más importantes del teatro isabelino, y del de Shakespeare en particular, es la multitud de niveles en las que giran sus tramas. Lo trágico, lo cómico, lo poético, lo terreno y lo sobrenatural, lo real y lo fantástico se entremezclan en mayor o menor medida en estas obras. Las transiciones entre lo melancólico y lo activo son rápidas y, frecuentemente, se manifiestan a través de duelos y peleas en escena que debían de constituir una animada coreografía muy del gusto de la época.
El
bufón (en inglés, fool) es un personaje importante para la obra shakespeariana, ya que le da libertad de expresión y soltura. Se reconocía en él una insuficiencia mental o carencia física que le permitía decir cosas u opinar sobre cuestiones polémicas que habrían sido prohibidas en boca de personajes de mayor fuste. Sin duda esta estratagema era ideal para el autor inglés, puesto que cualquier crítica a la realeza podría ser justificada adjudicándosela a un personaje que no piensa como la generalidad de las otras personas dadas las insuficiencias que padece.

La Poesia


Fuera de ser un dramaturgo de incuestionable importancia, Shakespeare fue también poeta y sonetista, y se cree generalmente que él mismo se valoraba más como lírico que como autor dramático y solamente como tal esperaba perdurar a su tiempo. Aunque escribió sobre todo poemas extensos narrativos y mitológicos, se le recuerda especialmente como un excepcional autor de sonetos puramente líricos.

La primera mención de estos últimos se halla en el Palladis Tamia (Wit's Treasury) (Londres, 1598) del bachiller en Artes por Cambridge Francis Meres, quien alaba a Shakespeare por sus "sonetos de azúcar"; esta mención demuestra que circulaban copias manuscritas de los mismos entre sus amigos íntimos por esas fechas:

Como el alma de Euforbio se consideraba viviendo en Pitágoras, así el alma ingeniosa y dulce de Ovidio vive en la lengua meliflua y suave de Shakespeare. Testigos, su Venus y Adonis, su Lucrecia, sus Sonetos de azúcar, conocidos de sus amigos íntimos. Y así como se estima a Plauto y Séneca cual los mejores para la comedia y la tragedia entre los latinos, así Shakespeare entre los ingleses es el más excelene en ambos géneros escénicos. Para la comedia son testigos Los dos hidalgos de Verona, sus Equivocaciones, sus Trabajos de amor perdidos, sus Trabajos de amor ganados, su Sueño de una noche de verano y su Mercader de Venecia. Para la tragedia, sus Ricardo II, Ricardo III, Enrique IV, El rey Juan, Tito Andrónico y Romeo y Julieta. Y como Epio Stolo decía que las Musas hablarían en la lengua de Plauto si quisieran hablar latín, así digo yo que las musas hablarían en la bellísima frase de Shakespeare si hubiesen de hablar inglés.
Poco después, en 1599, algunos de sus sonetos, el 138 y el 144, salieron de molde en una colección de poesías líricas intitulada El peregrino apasionado, miscelánea falsamente atribuida en su integridad al Cisne del Avon. Solamente en 1609 apareció una misteriosa edición completa, seguramente sin el permiso de su autor, por parte de un tal T. T (Thomas Thorpe, un editor amigo de escritores y escritor él mismo). La dedicatoria es a un tal señor W. H.

No hay forma de establecer con justeza la identidad oculta tras esas iniciales y se han barajado distintas teorías sobre el personaje que se esconde tras ellas; lo más probable es que fuese cualquiera de los habituales mecenas del poeta y la gran mayoría de los críticos se inclina por Henry Wriothesley (1573), Conde de Southampton, ya que Shakespeare ya le había expresado públicamente su aprecio con dedicatorias de otros poemas: Venus y Adonis y La violación de Lucrecia. Otro posible candidato es William Herbert, Conde de Pembroke e hijo de Mary Herbert, hermana de Sir Philip Sidney, el famoso poeta que compuso La Arcadia; en favor de este último cuenta también que le poseía una intensa devoción por el teatro y fue patrón de The King’s Men, la compañía teatral de Shakespeare. Ambos eran nobles apuestos y dedicados al mecenato del arte y las letras, y bastante más jóvenes que el poeta, requisitos que debe cumplir cualquier verdadero destinatario de los poemas.

El orden establecido por la edición de Thorpe ha consagrado una peculiar estructura muy diferente a la habitual del italianizante cancionero petrarquista; en efecto, no hay composiciones en otros metros que rompan la monotonía, la métrica es muy diferente a la del soneto clásico (se trata de dos serventesios, un cuarteto y un pareado, el llamado soneto shakespeariano) y está consagrada en su mayor parte a la amistad (o amor) de un hombre, al que interpela frecuentemente para que cree su propia imagen y semejanza:

Crea un otro tú, por afecto a mí, para que la belleza sobreviva por ti o por los tuyos

(X)
Se instala, pues, en una tradición completamente renovada y original, y el propio poeta era irónicamente consciente de ello:

¿Por qué mis versos se hallan tan desprovistos de formas nuevas, tan rebeldes a toda variación o vivo cambio? ¿Por qué con la época no me siento inclinado a métodos recientemente descubiertos y a extraños atavíos? ¿Por qué escribo siempre de una sola cosa, en todo instante igual, y envuelvo mis invenciones en una vestidura conocida, bien que cada palabra casi pregona mi nombre, revela su nacimiento e indica su procedencia? ¡Oh, sabedlo, dulce amor, es que escribo siempre de vuestra persona y que vos y el amor sois mi eterno tema; así, todo mi talento consiste en revestir lo nuevo con palabras viejas y volver a emplear lo que ya he empleado. Pues lo mismo que el sol es todas los días nuevo y viejo, así mi amor repite siempre lo que ya estaba dicho.

(LXXVI)
Puede dividirse en dos series sucesivas de sonetos: una de 126, que celebra a un amigo rubio y bien parecido de alta alcurnia, mecenas del poeta, al que propone que deje la soledad, el narcisismo y los placeres y engendre herederos, y los 28 últimos, que conciernen a una mujer morena, que se hallaba casada, como se infiere de una alusión del soneto 152, y seguramente era un amujer instruida, ya que sabía tocar la espineta o clavecín. Dos de los sonetos se consideran aparte, pues son versiones de un mismo epigrama de la Antología griega.

Por otra parte, aparece también y ocasionalmente, en el trío formado por Shakespeare, el enigmático destinatario y la dama morena, un poeta rival, hecho que complica todavía más la historia de un amor que en la lengua de la época podía entenderse también como amistad o como ese tipo especial de dilección que se establece entre un poeta y su mecenas. Los expertos (William Minto, seguido después por Edward Dowden, Tylor y Frederick Furnivall) sostienen en su mayoría que este poeta era el helenista George Chapman, ya que se le identifica como autor de alejandrinos, versos entonces bastante raros en la métrica inglesa y que sólo utilizaba por entonces tal autor.

Los temas de los Sonetos son el amor y el tiempo, de alguna forma contrapuestos; en este último tema se profundiza en lo que se refiere a la fugacidad, llegándose a veces a lo metafísico. Cada soneto contiene también un movimiento dramático; se aprecia además en su lectura, sobre todo, el valor moral y espiritual del mensaje y la filosofía que nos deja: aprovechar el escaso tiempo que la vida nos depara para entregarse de fondo a ella.[24]

La cronología de los sonetos es difícil de establecer, pero se conjetura que fueron compuestos entre 1592 y 1597.

Poesía:

* Venus y Adonis
* La violación de Lucrecia
* Sonetos

Tragedia: Hamlet


El protagonista de Hamlet es el príncipe Hamlet de Dinamarca, hijo del recientemente fallecido rey. Después de la muerte del rey, su hermano Claudio se casa con la esposa del soberano, la reina Gertrudis, madre de Hamlet.
Dinamarca tiene una larga enemistad con
Noruega, y una invasión por parte de este último país, liderada por el príncipe Fortimbrás, se espera.
La obra comienza una fría noche en Elsinor, el castillo real de Dinamarca. Un centinela llamado Francisco es relevado por otro hombre llamado Bernardo. Cuando el primero sale, entra otro centinela llamado Marcelo acompañado de Horacio, el mejor amigo de Hamlet. Los centinelas tratan de convencer a Horacio de que han visto al fantasma del rey Hamlet cuando este se les aparece. Después de oír a Horacio, el príncipe Hamlet decide ir a la noche al lugar de las apariciones para ver al fantasma el mismo.

Horacio, Marcelo, Hamlet y el fantasma del padre de Hamlet, por Henry Fuseli c. 1798.
Esa noche el fantasma se le aparece a Hamlet y le informa que es el espíritu de su padre y que su hermano Claudio lo asesinó al verter veneno en su oído mientras dormía. El fantasma le pide que lo vengue matando a su homicida. Tras el encuentro, el príncipe duda si el espíritu es el de su padre y si lo que ha dicho es real.
El rey y la reina están muy ocupados tratando de abortar la invasión liderada por Fortimbrás, a la vez que se preocupan por el comportamiento errático y cambiante de Hamlet. Claudio decide enviar a dos amigos de Hamlet (Rosencrantz y Guildenstern) a averiguar la causa de la conducta extraña de su sobrino. Hamlet los recibe cortésmente pero se da cuenta de que lo están espiando.
Polonio es el chambelán del reino; su hijo, Laertes, parte de viaje a Francia y su hija, Ofelia, es cortejada por Hamlet. Polonio le advierte a su hija que debe terminar su relación con Hamlet ya que él es el príncipe y no es el dueño de sus deseos porque estos pueden afectar al Estado. Ofelia promete obedecer y dejar de ver a Hamlet. Ofelia se alarma por el comportamiento extraño de Hamlet y le cuenta a su padre que el príncipe entró en su habitación y se quedó mirándola sin decir nada. Polonio presume que es un “éxtasis de amor” la causa de la locura de Hamlet e informa a los reyes.
Polonio y el rey Claudio deciden espiar a Hamlet cuando este le habla a Ofelia pensando que están solos. Ofelia le devuelve unas cartas que Hamlet le envió, el príncipe se pone furioso y le insiste para que se marche a vivir a un convento (convento, nunnery en inglés, además de ser el lugar donde vivían los religiosos era un término vulgar que significaba prostíbulo)
Hamlet continúa dudando si el fantasma le ha dicho la verdad, por lo que cuando una compañía de actores itinerantes llega a Elsinor se le presenta una solución. La obra resulta ser una recreación del asesinato del padre de Hamlet, por lo que Hamlet le pide a un actor unas leves modificaciones para que la obra sea una recreación del asesinato de su padre.
La corte va a ver la obra y cuando llega la escena del asesinato del rey, Claudio se inquieta y se retira del lugar abruptamente, lo que demuestra la culpabilidad del rey.

Los sepultureros exhuman el cráneo de Yorick, el bufón por Eugène Delacroix c. 1839)
Claudio, temiendo por la posible locura de Hamlet, decide enviarlo a Inglaterra por su propia seguridad. Mientras tanto la reina se reúne con Hamlet para tratar de comprender su conducta tan rara, mientras Polonio se oculta detrás de una cortina para espiar y luego contárselo a Claudio.
Hamlet le reprocha a su madre su apresurada boda con Claudio, cuando escucha un ruido detrás de la cortina y pensando que es el rey lo apuñala, causándole la muerte. Luego aparece el fantasma y Hamlet le habla, pero la reina no puede verlo ni oírlo por lo que determina que el príncipe está totalmente loco. Finalmente Hamlet se lleva el cuerpo de Polonio y lo oculta.
Ofelia enloquece y comienza desvariar y cantar, su hermano Laertes regresa de Francia con la idea de vengar la muerte de su padre. Claudio lo convence de que Hamlet tiene toda la culpa de la muerte de Polonio; en ese momento llega una carta de Hamlet en la que cuenta que su barco con rumbo a Inglaterra fue atacado por piratas, por lo que ha retornado a Dinamarca después de ser liberado.
El rey y Laertes organizan un plan: Laertes peleará contra Hamlet con una espada envenenada para así tener más posibilidades de matarlo. En caso de que falle Claudio le ofrecerá a Hamlet vino con veneno. En ese momento llega la reina para informar que Ofelia se ha ahogado en un río.
Después, dos sepultureros cavan una tumba para Ofelia mientras discuten cuando llegan Hamlet y Horacio. Uno de los sepultureros encuentra el cráneo de Yorick, un bufón con el que Hamlet solía divertirse cuando era niño. Luego llega el cortejo fúnebre de Ofelia encabezado por Laertes.
En Elsinor, Hamlet se reúne con Horacio y le cuenta cómo encontró una carta de Claudio en la que ordena que cuando Hamlet llegue a Inglaterra lo maten, por lo que Hamlet la modificó pidiendo que se dé muerte a Rosencrantz y Guildenstern; en ese momento, un cortesano llamado Osric llega y le informa sobre el duelo con Laertes. En el duelo, Laertes hiere con su espada envenenada a Hamlet pero el príncipe se la quita y lo hiere con ella. La reina Gertrudis muere al beber el vino envenenado.
Laertes confiesa a Hamlet que la trampa del vino fue ideada por el rey. Hamlet, encolerizado, por fin logra herir al rey y le hace beber de su propio veneno, cumpliendo finalmente la venganza que el fantasma de su padre anhelaba. Hamlet, antes de morir, pide que se declare al príncipe Fortimbrás heredero del trono, el cual se presenta en la sala en medio del espectáculo de tantas muertes.
La obra finaliza con la entrada en la corte de Fortimbrás, quien ofrece un funeral militar en honor a Hamlet.

Tragedia: Romeo y Julieta


Romeo y Julieta es una tragedia escrita por William Shakespeare que describe la relación sentimental de dos jovenes enamorados cuyas muertes consiguen deshacer la rivalidad entre sus respectivas familias.[2] Es una de las puestas en escena más populares de Shakespeare, llegando a ser considerada como una de las representaciones que más han sido escenificadas desde su aparición, al igual que Hamlet. Sus protagonistas son considerados como los clásicos arquetipos del "amor prohibido".[3]
El guión está basado en un cuento italiano de 1562 proveniente de la autoría de Arthur Brooke, que sería traducido a verso y titulado The Tragical History of Romeus and Juliet para luego ser adaptado a prosa, Palace of Pleasure, por William Painter en 1582. A partir de ambas descripciones, Shakespeare creó y desarrolló sus propios personajes secundarios con tal de extender la historia original. Algunas fuentes conciben que comenzó a escribirlo entre 1591 y 1595, siendo publicado por primera vez en 1597. En principio, el texto de Brooke poseía una escasa calidad narrativa, aunque ésta sería perfeccionada en ediciones posteriores para ser equiparable a la obra de Shakespeare.
La
acción dramática empleada por Shakespeare es notable especialmente en la combinación de comedia y tragedia previas al momento de mayor tensión narrativa, su extensión de los personajes secundarios y el uso de argumentos derivados para otorgar un sentido de complejidad al relato. Lo anterior puede ser determinado como una de las primeras percepciones de sus habilidades como escritor dramático. Además, posee una estructura que le permite su apreciación desde diferentes formas poéticas a través de personajes distintos, cambiando en ocasiones su desarrollo conforme avanza la historia. Un ejemplo de lo anterior es Romeo, a quien se le puede identificar por sus sonetos.
Romeo y Julieta ha sido adaptada en numerosas ocasiones a
teatro, cine, musicales y ópera. Durante la Restauración inglesa, fue nuevamente retomado el interés en la misma, siendo revisada por William Davenant. Resultan destacables la versión de David Garrick, del s. XVIII —la cual contenía varias escenas modificadas y algunas remociones que consideró como "indecentes", la adaptación operística de Georg Benda —que omitió también varias secuencias de acción, además de contar con un final feliz, la representación realista de Charlotte Cushman, la obra de John Gielgud, el musical West Side Story, así como la película homónima de 1936 y el título cinematográfico Romeo + Julieta.

Tragedia: Tito Andronico


Tito Andrónico, el gran general romano, regresa victorioso a Roma tras una larga guerra contra los godos del norte —pueblos de origen germánico posiblemente procedentes de Escandinavia—, en la cual ha perdido a casi todos sus hijos, con excepción de cuatro (Lucio, Quinto, Marcio y Mucio). Tito, para celebrar la ceremonia en honor a la victoria, hace un sacrificio humano de un enemigo prisionero: para ello elige a Alarbo, hijo mayor de Tamora, reina de los godos también prisionera junto a sus otros dos hijos Chirón y Demetrio y su servidor y amante moro Aarón. Aunque Tamora suplica por la vida de su hijo, Tito lleva a cabo el ritual y la reina goda y sus dos hijos restantes, Chiron y Demetrius, juran vengarse. Por otro lado, Saturnino (Emperador de Roma) en agradecimiento a Tito por el triunfo, decide tomar por esposa a Lavinia (hija de Tito) y convertirla en su emperatriz, pero los hijos de Tito se niegan a esa unión ya que Lavinia es la prometida de Bassiano (hermano del Emperador) y la raptan. Tito, indignado por la traición de sus hijos al Emperador, se va en contra de ellos matando a Mucio.
El Emperador, influenciado por Tamora pone paz a la situación y cede Lavinia a Bassiano y toma a la reina goda por esposa convirtiéndola en Emperatriz (éste nuevo estatus social, le concede todo el poder necesario a Tamora para cumplir su venganza contra Tito) y para celebrar la boda se realiza una gran fiesta y una cacería en la cual participan casi todos los personajes (hijos de Tito, Lavinia, Bassiano, hijos de Tamora, Aarón, el Emperador). Durante la cacería, Aarón (esclavo de Tamora) y los hijos de ella (Demetrio y Chirón) llevan a cabo una trampa, matan a Bassiano y violan y mutilan lengua y manos a Lavinia, inculpando a Marcio y Quinto (hijos de Tito) como los asesinos por medio de una supuesta carta que ellos dejaron y que llegó a manos de la Emperatriz; a fin de cuentas, todo se desarrolla de tal forma que el emperador Saturnino ve a Marcio y Quinto como los asesinos de su hermano y manda a ejecutarlos. La desgracia cae sobre Tito ante la próxima muerte de sus hijos y la violación sufrida a su hija Lavinia.
Aarón vuelve a engañar a Tito diciéndole que si se amputa una mano el Emperador salvará la vida de sus hijos. Pero todo se descubre cuando le son devuelta su mano y las cabezas de Marcio y Quinto. Por otro lado, Lavinia, ayudándose de un palo, brazos y boca, escribe los nombres de sus violadores en la arena. Tito jura venganza contra el Emperador, Tamora, Chirón y Demetrio. Y para llevar a cabo su venganza, manda a su único hijo con vida, Lucio, a aliarse con los godos y amenazar Roma con un ejército.
Mientras tanto, Tamora da a luz a un niño negro, el cual no es evidentemente fruto de su relación con el Emperador sino con la de su esclavo moro Aarón y por ello Tamora ordena ejecutar al recién nacido. Aarón se niega y planea salvarlo, pero para que el secreto no se extendiera por Roma mata a la nodriza y la partera y se lleva al niño a las afueras de la ciudad, donde se cruza con Lucio y el ejército godo, siendo capturado. Y Aarón, para evitar que Lucio matara a su hijo, le cuenta toda la verdad de las trampas y engaños.
En Roma Tamora y sus hijos (pensando que Tito se había vuelto loco) intentan engañarlo nuevamente y van a su casa diciendo que son la
Venganza, la Violación y el Asesinato. La Venganza (personificada por Tamora), creyendo engañado a Tito, le dice que prepare un banquete al que asistirá el Emperador, la reina y sus hijos para que pudiese llevar a cabo la venganza que él tanto anhelaba, y Tito le sigue la corriente diciéndole que diera por hecho el plan. Tamora abandona la casa de éste dejando a Chirón y Demetrio, ocasión que aprovecha Tito para matarlos, los degüella y mutila en trozos para hacer un pastel de carne con ellos y dárselo a comer a Tamora durante el banquete.
Ya en el banquete, al que incluso asiste Lucio, hijo del desgraciado general, Tito pregunta al Emperador si Virginio hizo bien en matar a su hija cuando ésta fue violada, mancillada y deshonrada. Al contestar afirmativamente el Emperador, Tito mata a su propia hija Lavinia y acusa a Tamora de todos los males suyos y de su hija ya muerta, y tras decirle a Tamora que se había comido sin saberlo a sus dos hijos la mata ante el Emperador, a lo que éste responde matando a Tito y rápidamente Lucio matando al Emperador.
Tras esta situación, Lucio se proclama, con la ayuda del pueblo, nuevo Emperador de Roma y ordena enterrar vivo y hasta el cuello a Aarón, para que muera de hambre.

La Tragedia


Al igual que muchas tragedias occidentales, la de Shakespeare suele describir a un protagonista que cae desde el páramo de la gracia y termina muriendo, junto a una ajustada proporción del resto del cuerpo protagónico. Se ha sugerido que el giro que el dramaturgo hace del género, es el polo opuesto al de la comedia; ejemplifica el sentido de que los seres humanos son inevitablemente desdichados a causa de sus propios errores o, incluso, el ejercicio irónicamente trágico de sus virtudes, o a través de la naturaleza del destino, o de la condición del hombre para sufrir, caer, y morir..." En otras palabras, es una representación con un final necesariamente infeliz.Shakespeare compuso tragedias desde el mismo inicio de su trayectoria: una de las más tempranas fue la tragedia romana de Tito Andrónico, siguiendo unos años después Romeo y Julieta. Sin embargo, las más aclamadas fueron escritas en un período de siete años entre 1601 y 1608: Hamlet, Otelo, El rey Lear, Macbeth (las cuatro principales), y Antonio y Cleopatra, junto a las menos conocidas Timón de Atenas y Troilo y Crésida.Muchos han destacado en estas obras al concepto aristotélico de la tragedia: que el protagonista debe ser un personaje admirable pero imperfecto, con un público capacitado para comprender y simpatizar con él. Ciertamente, cada uno de los personajes trágicos de Shakespeare es capaz de ejercer el bien y el mal. La representación siempre insiste en el concepto del libre albedrío; el (anti) héroe puede degradarse o retroceder y redimirse por sus actos. El autor, en cambio, los termina conduciendo a su inevitable perdición.

La Lirica


Italia tomó como referente la literatura de la Roma clásica, en la que se destaca la obra Horacio. La lectura de los antiguos que realiza la Italia moderna se funde con la poesía proveniente de la Lírica provenzal. A partir de allí, se organizan tópicos o temas (muchos mitológicos), procedimientos latinizantes y recursos cancioneriles (como el retruécano). En España, Boscán y Gracilaso toman el modelo petrarquista y escriben sonetos y canciones, en un sistema métrico y estrófico dominado por endecasílabos y tercetos encadenados por la rima. Los recursos o procedimientos habituales son la gradación, el hipérbaton suave y el paralelismo.